martes, 25 de marzo de 2014

El Madrid sigue en deuda

Por Lemay Padrón Oliveros 

El Superclásico terminó a favor del Barcelona. Muy bueno para el espectáculo, además del partido en sí, pero malo para el fútbol por la mala imagen dejada por los árbitros, que tuvieron varias imprecisiones.
No quiero malinterpretaciones, los catalanes hicieron de nuevo su juego, incluyendo un tiqui taca de espanto en la anotación del segundo gol, pero una vez más contaron con ayuda del más allá.
Es verdad que el penal sobre Cristiano Ronaldo fue fuera del área, pero el otro, además de ser discutible porque Neymar lo buscó, partió de un fuera de juego del brasileño. Aparentemente se emparejó todo, pero nada más lejos de la verdad, porque la segunda jugada dejó al Madrid en inferioridad numérica, y esto cambió todo el partido, porque fue todo blaugrana de ahí en adelante.
El brasileño volvió a jugar bien pese a ser el más discutido en la alineación catalana y le ganó el pulso ampliamente al galés Gareth Bale, y del duelo Messi-Cristiano ni hablar, el portugués estuvo perdido en todo el choque. Benzema marcó par de veces, pero también falló otras tantas, que quizás en las botas del luso hubieran finalizado en el fondo de la red.
Volviendo al arbitraje, no entiendo como un clásico, que se juega con alma y corazón, termina con seis tarjetas para un bando (incluida una roja directa) y  solo dos para el otro, y una fue para castigar también a un merengue. Muchas fueron las quejas de Cristiano y Di María, lo mejor del Madrid, por el juego brusco del Barcelona, pero la campaña mediática de los medios catalanes otra vez surtió efecto, y Undiano Mallenco nada más tenía ojos para ver las patadas de los vestidos de blanco, que no fueron pocas, como siempre.
Ni siquiera sancionó la cargada de Mascherano sobre el portugués, segunda en cuestión de minutos, y esto me dejó claro que no había imparcialidad. Sumando esto al penalti dejado de marcar por este mismo árbitro sobre el luso en el duelo de ida, supongo que la alta directiva de la Casa Blanca del fútbol pedirá que no pite más un clásico.
Dejamos a los silbantes y volvemos al juego, que fue quizás el más emotivo de los últimos años, con un primer tiempo brillante en casi todos los sentidos. Desde los banquillos salió ganando el Tata Martino, primero porque vio premiada su teoría de poner más retrasado a Messi, y luego porque le salió muy bien la apuesta por Neymar, en una titularidad que muchos vieron condicionada por el marketing, pero el brasileño no lo hizo quedar mal.
Del lado merengue, mucho corre corre detrás de la pelota, pero poco fútbol más allá de Di María. Bale volvió a desentonar, queriendo entrar con balón y todo dentro de la portería rival, y Ancelotti quizás debió sacarlo a él en lugar de a Benzema, que se comió par de buenas, pero era el más peligroso del Madrid. Lo cierto es que, por una cosa o por otra, el Real Madrid sigue sin ganarle a un grande este año.

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