Hace unas horas me regodeaba con un buen resultado deportivo, y hoy reconozco que me siento mucho más feliz, aunque en este caso no se trate de una medalla de metal, sino de una moral, a veces tan o más importante, aunque algunos quieran verlo como puro teque.
El
levantamiento de la sanción al vallista Orlando Ortega es una decisión valiente
de quienes la tomaron y muestra de que no todo es palos cuando de indisciplinas
se trata. Pero vayamos un poco atrás.
Hace un
poco más de un mes, Ortega tenía previsto competir en el mitin de Moscú, el día
11 de junio, porque el propósito inicial, el de Turín, tres días antes, no había
podido concretarse a falta de la confirmación de los organizadores.
Tanto
Ortega como su entrenador habían realizado la solicitud oficial, y a las
oficinas de la Federación
cubana no había llegado la confirmación; por eso, y para no perder el calendario
previsto de competencias y entrenamientos del atleta con vistas al Mundial de
Moscú, se decidió que entonces compitiera en la reunión moscovita.
Sin
embargo, atleta y entrenador se negaron a viajar a la capital rusa, alegando
que si no era en Turín no correría en ningún otro sitio. Horas antes del
certamen italiano llegó la confirmación de los organizadores, pero ya se había
decidido participar en la otra lid.
Según el
Comisionado Nacional de la disciplina, Jorge Luis Sánchez, se habló con ambos
para hacerles desistir de la idea, alegando que una ausencia implica, además de
la pérdida económica en boletos, una sanción de la Federación
Internacional , consistente en una multa y el veto a las
próximas dos citas atléticas, por faltar al compromiso con los fanáticos
locales.
Al
mantenerse en la negativa, ambos fueron sancionados, el entrenador con
separación definitiva de la
Federación , y el atleta con seis meses fuera de la
preselección nacional, y por ende del Mundial.
No
obstante, y aquí viene lo más importante, los directivos del atletismo
valoraron la actitud positiva asumida desde entonces por el atleta, en
definitiva un alumno de su preparador, al que le debía obediencia, no ciega,
pero obediencia al fin.
Al
observar la buena reacción de Ortega, ha sido reincorporado a la preselección
nacional, y con eso me parece que se le envía un mensaje a todos los
deportistas cubanos, en particular a aquellos que por circunstancias de
cualquier tipo se han sentido menospreciados o subvalorados.
Rectificar
es de sabios, y pocas veces como ahora viene como anillo al dedo, tanto para
unos como para otros.
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