Dimes y diretes van y vienen, con quejas de ambos lados, en una marasma donde parece haber razón de ambos lados y es muy difícil dilucidar quién está equivocado.
Dayron Robles dice que no le dieron todo lo
que merecía, y las autoridades deportivas dicen que sí.
Vale la pena en primer lugar ver qué es lo
que merecía. Teóricamente se lo merece todo, y eso lo reconocen hasta los
directivos del deporte cubano, pero estamos en Cuba, y el prisma no puede ser
igual que en otro país.
Los tentáculos del bloqueo llegan a la
esfera atlética, y complejizan sobremanera el aspecto económico; no por gusto
todavía nuestros peloteros no han cobrado los emolumentos correspondientes al
II y III Clásico Mundial, y el voleibol apenas hace unas semanas vio llegar los
más de 500 mil dólares pendientes de torneos anteriores. Los entretelones para
la llegada de estos premios bien merecen una telenovela, según los federativos
involucrados en las gestiones, quienes prefirieron no develar detalles para no
perjudicar futuras transferencias.
Si el dinero no nos llega a nuestras manos,
no podemos pagarles a los atletas, dijo a la prensa Norge Marrero, director de
Alto Rendimiento del Instituto cubano de deportes (Inder), y esto tiene todo el
sentido común del mundo.
Dicho esto, resulta entonces comprensible
que se retrase el pago a los deportistas, y en el 90 por ciento de los casos,
para no ser absolutos, ellos lo saben.
Volvemos ahora a Dayron. Es verdad que con
sus resultados (excelentes) ganó muchas competencias, y por ende premios en
metálico, pero también es verdad que en primer lugar, no pagó un centavo por
llegar adonde llegó, y en segundo lugar, poseía más que otros con similar
rango.
Claro, lo ideal es que él y todos los demás
tengan lo que merecen, pero no siempre se puede.
Es comprensible su enojo inicial al
sentirse menospreciado, pero de ahí a mentir sobre sus lesiones, sobre su
pedido de retiro o su “desentrenamiento” no tiene razón de ser. No estoy en sus
zapatos para evaluar si se justifica o no su ruptura inicial con el deporte
cubano, pero no me gustaron los métodos.
Quienes lo hemos defendido como atleta en
todos estos años tenemos razones para sentirnos burlados sobre si Dayron
entregó todo de sí en las últimas apariciones con las cuatro letras. De ahí que
sea diferente su caso, y la
Federación cubana sea más dura, al punto de no querer dejarlo
competir ni siquiera por un club privado.
En cuanto a la prensa, se ha tratado de un
caso similar al de Yuliesky Gourriel (salvando las distancias) en cuanto al
trato de los aficionados, porque los profesionales de los medios no hemos
dejado de defenderlos de los mil y un improperios lanzados en su contra.
Me vienen a la mente ahora las cruzadas
para intentar justificar sus tirones contra el chino Liu Xiang en la final
mundialista, o su lesión en Londres-2012. Por cierto, aparentemente ahora no le
duele nada, cuando en el cuatrienio anterior no salía de una para entrar en
otra.
Este culebrón parece lejos de terminar, y
faltan argumentos del corredor, pero todo parece indicar que para competir al
máximo nivel deberá esperar a Río-2016.
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