martes, 16 de julio de 2013

El caso Robles: una llaga en la actualidad deportiva cubana

Por Lemay Padrón Oliveros 

Dimes y diretes van y vienen, con quejas de ambos lados, en una marasma donde parece haber razón de ambos lados y es muy difícil dilucidar quién está equivocado.
Dayron Robles dice que no le dieron todo lo que merecía, y las autoridades deportivas dicen que sí.
Vale la pena en primer lugar ver qué es lo que merecía. Teóricamente se lo merece todo, y eso lo reconocen hasta los directivos del deporte cubano, pero estamos en Cuba, y el prisma no puede ser igual que en otro país.
Los tentáculos del bloqueo llegan a la esfera atlética, y complejizan sobremanera el aspecto económico; no por gusto todavía nuestros peloteros no han cobrado los emolumentos correspondientes al II y III Clásico Mundial, y el voleibol apenas hace unas semanas vio llegar los más de 500 mil dólares pendientes de torneos anteriores. Los entretelones para la llegada de estos premios bien merecen una telenovela, según los federativos involucrados en las gestiones, quienes prefirieron no develar detalles para no perjudicar futuras transferencias.
Si el dinero no nos llega a nuestras manos, no podemos pagarles a los atletas, dijo a la prensa Norge Marrero, director de Alto Rendimiento del Instituto cubano de deportes (Inder), y esto tiene todo el sentido común del mundo.
Dicho esto, resulta entonces comprensible que se retrase el pago a los deportistas, y en el 90 por ciento de los casos, para no ser absolutos, ellos lo saben.
Volvemos ahora a Dayron. Es verdad que con sus resultados (excelentes) ganó muchas competencias, y por ende premios en metálico, pero también es verdad que en primer lugar, no pagó un centavo por llegar adonde llegó, y en segundo lugar, poseía más que otros con similar rango.
Claro, lo ideal es que él y todos los demás tengan lo que merecen, pero no siempre se puede.
Es comprensible su enojo inicial al sentirse menospreciado, pero de ahí a mentir sobre sus lesiones, sobre su pedido de retiro o su “desentrenamiento” no tiene razón de ser. No estoy en sus zapatos para evaluar si se justifica o no su ruptura inicial con el deporte cubano, pero no me gustaron los métodos.
Quienes lo hemos defendido como atleta en todos estos años tenemos razones para sentirnos burlados sobre si Dayron entregó todo de sí en las últimas apariciones con las cuatro letras. De ahí que sea diferente su caso, y la Federación cubana sea más dura, al punto de no querer dejarlo competir ni siquiera por un club privado.
En cuanto a la prensa, se ha tratado de un caso similar al de Yuliesky Gourriel (salvando las distancias) en cuanto al trato de los aficionados, porque los profesionales de los medios no hemos dejado de defenderlos de los mil y un improperios lanzados en su contra.
Me vienen a la mente ahora las cruzadas para intentar justificar sus tirones contra el chino Liu Xiang en la final mundialista, o su lesión en Londres-2012. Por cierto, aparentemente ahora no le duele nada, cuando en el cuatrienio anterior no salía de una para entrar en otra. Este culebrón parece lejos de terminar, y faltan argumentos del corredor, pero todo parece indicar que para competir al máximo nivel deberá esperar a Río-2016.

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