Muy buenas noticias ha brindado el ajedrez cubano este año, con brillantes actuaciones de nuestras principales figuras dentro y fuera de casa, pero si se mira bien, prácticamente todo es del sector varonil, las mujeres brillan por su ausencia.
Lo peor
en este caso no es que las chicas no tengan el nivel cualitativo suficiente
como para dejar su nombre en mayúsculas en torneos internacionales, si no que
no reciben la misma cantidad de oportunidades que los varones.
Vale
recordar como botón de muestra la medalla de oro en el tercer tablero
conquistada por Yaniet Marrero en la Olimpiada de Khanti Mansisk-2010, y para no salir
de ella, después de eso han sido escasas sus incursiones en competiciones fuera
de la Isla.
El
fenómeno no es exclusivo de Cuba, varias Grandes Maestras de todas las
geografías se quejan por la escasa cantidad de certámenes exclusivamente para
damas, pero en el caso cubano es peor, porque la gran mayoría de este tipo de
lides acontece en Europa, y a las nuestras se les hace muy complicado
concurrir.
Por
supuesto, una cosa lleva a la otra, y si no se participa, no ganas y no puedes
ser conocida, y por consecuencia ser invitada a otros torneos.
Es como
la cola de la serpiente, que ya se confunde con la cabeza y no se sabe quien
estuvo primero, si la gallina o el huevo, como la vieja disyuntiva.
Lo otro
es competir con hombres, que es lo más difícil por la calidad a enfrentar, pero
al parecer es la opción más propicia.
No es lo
común en el mundo para las representantes del mal llamado sexo débil, solamente
la húngara Yudit Polgar lo hace con alguna asiduidad, pero volvemos al problema
del comienzo, la gran mayoría vive y juega en Europa y Asia, y los
desplazamientos se les hacen menos complicados que a las latinoamericanas.
De
cualquier manera, la alternativa tiene como punto en contra el hecho de que
para hacer rentable económicamente un desplazamiento de esa magnitud es preciso
obtener una buena ubicación en la tabla final de posiciones.
En fin, el ajedrez femenino cubano se encuentra en una encrucijada bien compleja, y es preciso poner las neuronas a trabajar para hallar la solución más adecuada. Las chicas lo necesitan, lo merecen y lo piden a gritos.
En fin, el ajedrez femenino cubano se encuentra en una encrucijada bien compleja, y es preciso poner las neuronas a trabajar para hallar la solución más adecuada. Las chicas lo necesitan, lo merecen y lo piden a gritos.
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