Por Lemay
Padrón Oliveros
Sé que
muchos lo culpan por la derrota en Japón, pero decir eso sería quedarse en la
epidermis, en lo más alto de la pirámide, y olvidar todo lo que se hace mal
desde allá arriba hasta los cimientos.
Lo que
pedía Víctor Mesa lo necesita el béisbol cubano: explotar al máximo todas las
posibilidades de anotar carreras, funcionar como una maquinaria defensivamente,
y pensar tácticamente sobre la lomita de los suspiros.
Todo eso
falla en todas las categorías, en mayor o menor medida, y no basta con que nos
empecinemos en poner a tocar, robar o batear por detrás del corredor a alguien
que casi nunca lo hace.
Pero lo más lamentable sería que por cargar contra el emisario nos olvidemos del mensaje, y ese está ahí bien claro y contundente como el Capitolio: hay que arreglar el edificio desde sus cimientos, y para eso debe haber muchos Víctor Mesa en las categorías inferiores, no para formar berrinches y regañar a los peloteros, de esos ojalá solamente haya uno, pero sí para exigir hasta la saciedad que las cosas (todas) se hagan bien.
Pero lo más lamentable sería que por cargar contra el emisario nos olvidemos del mensaje, y ese está ahí bien claro y contundente como el Capitolio: hay que arreglar el edificio desde sus cimientos, y para eso debe haber muchos Víctor Mesa en las categorías inferiores, no para formar berrinches y regañar a los peloteros, de esos ojalá solamente haya uno, pero sí para exigir hasta la saciedad que las cosas (todas) se hagan bien.
La falta
de rigor en edades tempranas y en la propia Serie Nacional se paga luego en las
competencias internacionales, y esto no cuesta millones, sino sacrificio y
consagración. Para no arreglar los terrenos, las condiciones de vida de los
peloteros y los estadios, poner los implementos al alcance de todos y hasta
mandar jugadores a otras Ligas pueden surgir justificaciones económicas, pero
no para esto, que se resuelve con un poco de estímulo a la labor de quienes
trabajan en el béisbol desde la base.
De nada
vale cambiar la estructura de nuestro principal torneo si las mentalidades
siguen siendo igual, igual para abusar del toque de bola, igual para poner a un
pitcher lo mismo a abrir que a relevar, o igual para soslayar a quienes lo
hacen bien y potenciar a los “míos”.
De Víctor
me quedo con su celo porque todo se haga a la perfección, y sobre todo porque
logró cambiar algunas mentalidades al más alto nivel en cuanto a la necesidad
de llamar a quien rinda o foguearnos con los mejores, aunque haya sido
mínimamente. Sería terrible para el béisbol cubano que por haber perdido
olvidemos las cosas positivas que a la larga pueden rescatar nuestra pelota.
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