Por Lemay Padrón Oliveros
Capitalicidio.
Así se puede evaluar lo sucedido en la Sala Polivalente Giraldo
Córdova Cardín del lunes hasta el jueves. Si el primer día nada le salió bien a
Capitalinos, lo cierto es que en los siguientes no mejoraron demasiado, y
siguieron repitiendo errores similares, sobre todo en los momentos decisivos de
cada choque.
El del
lunes es un juego para el olvido o para la historia, según como quiera verse. La
anotación más baja en la historia de las Ligas Superiores de Baloncesto (LSB)
entre dos equipos (105 puntos), y sobre todo la del quinteto de la capital
(42): absolutamente desastroso. Entre las peores cosas vistas en ese desafío
estuvo la pérdida de balón de los citadinos por demorarse más de cinco segundos
en sacar, y luego la de los avileños por demorarse más de ocho en pasar a
cancha ofensiva. Erratas bastante poco comunes en el baloncesto a este nivel.
El juego
cinco prometía para los visitantes, por la ausencia de Vanier Reyes y lo que
esto representaba para el juego bajo las tablas de los Búfalos. Los Azules
terminaron bastante bien la primera mitad, pero la segunda volvió a ser de
repetidas ineficiencias en las transferencias ofensivas, y en los tiros desde
todas partes. Luego de un emotivo empate que forzó el tiempo extra, volvieron a
jugar mal el final, como si fuera un equipo de novatos, especialmente Alexis
Lavastida, y eso que es uno de los más veteranos de la Liga.
Llegó el
sexto encuentro y los huéspedes no perdían las esperanzas, pero seguían
apurando los disparos, no siempre desmarcados ni con el apoyo suficiente bajo
las tablas para recuperar los rebotes, en lo que fue el mayor error de los
subtitulares en todo el play off: forzar las jugadas en
posiciones incómodas cuando todavía el tiempo les permitía maniobrar.
¿Saben
cuántos cuartos ganó Capitalinos en la Cardín? ¡Solamente dos! Y en su momento solamente
sirvieron para empatar los cotejos, luego volvían las pifias. Pesó sobremanera
la lesión de Orestes Torres, y la banca, salvo Arlen Alorda porque Eliécer Lima
terminó siendo regular, no aportó prácticamente nada.
Aquí
entramos ahora en Ciego, no se desesperen los avileños. La ovación mayor para
su líder Joan Luis Haití, que jugó con molestias y así y todo se echó el equipo
arriba en los momentos cumbres, anotando, cogiendo rebotes y repartiendo
asistencias. Igualmente las palmas para el veterano William Granda, la
principal bujía ofensiva, y el jovencito Yasser Rodríguez, establecido ya como
uno de los mejores organizadores del país, si no el mejor. Al resto del equipo,
incluyendo la banca, la mayor de las felicitaciones, porque lo hicieron casi
todo bien. No es que Capitalinos no sepa jugar baloncesto, es que Ciego lo
maniató completamente.
Por
último, una reflexión sobre el arbitraje. Aunque en las trasmisiones se habló
maravillas, y no creo que lo hayan hecho mal, sí hubo momentos en los que el
juego se les iba de las manos. A veces muy tolerantes, sobre todo con las
faltas ofensivas, y otros demasiado duros. Sin embargo, lo más llamativo para
mí fue que en los cobros de los tiros libres casi siempre los hombres estaban
dentro de la botella antes de que se efectuara el tiro. En los primeros juegos
los imparciales mandaron a repetir algunos cobros, pero da la impresión de que
se cansaron, y eso terminó por la libre.
En este
cierre de la LSB
no puede obviarse tampoco las fallas en la transportación de equipos y la
desastrosa labor informática y estadística más allá de la cancha. Son lunares que
la dirección del básquet debe tapar en futuras ediciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario