Así sucedió con la selección masculina cubana de voleibol en esta temporada, que ante su enésima renovación arrancaba con pocas expectativas en la Liga Mundial, más aún porque compartía el grupo con el vigente campeón, Rusia, y con Serbia, otra sexteta de respeto en el mundo, en la lucha por un boleto a la final.
Pues bien, pese a todos los problemas, el combinado antillano, con apenas la mitad de los regulares con los cuales enfrentó la pasada campaña, pasó por delante de esos dos planteles y se plantó en la final, donde tampoco se le daban muchas opciones con la presencia del multicampeón Brasil y de Polonia en su misma llave.
Pero de nuevo los chicos de Orlando Samuels desbarataron los planes de los más entendidos y barrieron 3-0 a los suramericanos para avanzar a la discusión de preseas. Allí le esperaba el conjunto más incómodo, Estados Unidos, que les derrotó con claridad pese a algunos errores arbitrales, y en una horas, repuestos de ese descalabro, los caribeños se adueñaron de la medalla de bronce para regresar al podio de la Liga casi una década después de su última presencia.
Reitero, casi una década después, cuando en años anteriores hubo formaciones más maduras, con mayor team work, no se pudo estar entre los medallistas y ahora sí, cuando entre los regulares hay un chico de categoría cadete, y solamente se mantienen como abridores del pasado año el extraclase Wilfredo León (al fin convertido en el líder espiritual del seleccionado), Yoandry Díaz y Keiber Gutiérrez, pues Henry Bell, Isbel Mesa y Rolando Cepeda actuaban como cambios en el pasado reciente.
Son los detalles que dan lustre a esta presea y la hace brillar casi tanto como el oro conseguido por los polacos, el único equipo que dijo adiós sin la sombra de un revés en la fase decisiva.
Al cierre del partido le preguntaron a Samuels por cuánto tiempo pudieran jugar juntos esos muchachos y claro, ni él mismo puede dar una respuesta con absoluta certeza. Quizás esta valiosísima presea les impulse para seguir echando para adelante contra viento y marea, aunque esto no le haga mucha gracia a nuestros rivales.
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