Por Lemay Padrón Oliveros
Algunos kilogramos de papel gaceta, horas de radio y televisión y millones de caracteres digitales se han vertido en las últimas horas referentes a la temprana eliminación de Villa Clara en la Serie del Caribe de Isla Margarita-2014.
Creo que lo primero es cambiar el nombre del equipo a Cuba Clara, porque además de tener en sus filas a varios integrantes de nuestra principal selección nacional, no me parece posible una mucho mejor actuación de otro plantel de los nuestros, de esos ocho sobrevivientes en la segunda ronda.
Por tanto, no es para hacer leña de los anaranjados, sino para reflexionar profundamente sobre la actualidad del béisbol cubano, y hacia dónde vamos si seguimos como estamos.
Muchísimas han sido las críticas, casi todas acertadas, pero yo me pregunto: ¿Realmente somos tan malos? ¿Cómo es posible que un país donde supuestamente se juega tan mal a la pelota sea el único que tiene efectivos en todos los equipos de la Serie del Caribe? Esos que han actuado, y muy bien, en otros planteles, ¿no se formaron aquí mismo?
Eso nos lleva a otra pregunta, ¿no es esa una muestra de que haciendo las cosas como se debe, nuestros peloteros serán más profesionales? Sí, sin miedo a la palabra, porque apuntamos a profesionalidad más que a profesionalismo, a saber qué hacer y hacerlo en cada momento o al menos fracasar por el buen camino.
Si esos mismos que ayer montaban en Yutong ahora lucen como peloteros de la gorra a los spikes, quiere decir que aquí no se juega tan mal.
Lo que no se compra en una ferretería, que es el talento, lo tenemos. Entonces, ¿por qué es tan difícil deshacernos del polvo acumulado en más de 50 años, quitarnos la venda y realizar de una vez los cambios pedidos a gritos en la última década?
No los cambios epidérmicos para maquillar la Serie Nacional, cambios profundos, de los cimientos a la azotea del edificio, para lograr de una vez más y mejor béisbol en Cuba, y por ende poder hacerlo mejor fuera.
Por su historia, su casta y su clase, la pelota cubana no se merece dejar esa pésima imagen en Isla Margarita, no tanto por haber perdido -en definitiva a ese nivel todos ganan y pierden-, sino sobre todo por la sorna con la cual trataron algunos rivales a Villa Clara, dando juego a su banca cuando apenas ganaban 4-0 en un tercer inning, como diciendo: total, si lo pobres no van a poder ni empatarnos.
Que va, nosotros no somos tan malos y merecemos mayor respeto, pero ese hay que ganárselo haciendo las cosas bien.
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