Por Lemay Padrón Oliveros
Tradicionalmente los años siguientes a los de unos Juegos Olímpicos eran denominados “flojos”, sabáticos.
Se denominaban así porque generalmente propiciaban un cambio generacional, y se daba descanso a quienes hicieron un gran esfuerzo en el cuatrienio anterior, y por lo general tenían pocas competiciones internacionales de relevancia.
Sin embargo, la tendencia se ha cambiado últimamente con la llegada de los Clásicos Mundiales de Béisbol, y ahora con la Serie Mundial de Boxeo, dos eventos muy importantes para el deporte cubano, precisamente en las dos disciplinas que más arraigo y tradición tienen en el verde caimán.
El 2013 arrancó de manera triste para Cuba con la temprana eliminación en el Clásico, luego de protagonizar en Japón una buena etapa clasificatoria, al tropezar dos veces con Holanda.
Logros y decepciones de menor importancia fueron acumulándose en los meses subsiguientes, incluyendo las paupérrimas actuaciones de los equipos de voleibol tanto en la Liga Mundial como en el Grand Prix, y la soberbia demostración del ajedrecista Leinier Domínguez en Salónica.
Hasta que llegó una de las grandes alegrías de la temporada: el segundo lugar de Cuba en el Mundial de taekwondo, con par de monarcas incluidos; sin dudas uno de los mejores momentos deportivos del país.
Llegó entonces el otro evento grande de la campaña, el Mundial de atletismo, pero allí las cosas no salieron como quisiéramos, pese a reconocer el altísimo nivel de la competición.
El ego colectivo subió un poco con el judo y las coronaciones de Asley González e Idalis Ortiz, matizadas por el nada despreciable hecho de haberlas podido disfrutar en vivo por televisión, experiencia que solamente se pudo apreciar con estos dos eventos, porque los demás, o fueron vistos parcialmente en directo, o de manera diferida.
La otra alegría grande la trajo el boxeo, pues luego de quedar nuevamente a las puertas del trono en el certamen del orbe organizado en Kazajstán, con otros dos oros planetarios sumados en la campaña, llegó a su clímax con la brillante actuación en el debut en la Serie Mundial.
Mención aparte en este sentido para el gran espectáculo de pueblo que fue el tope ante Rusia en la Ciudad Deportiva, aunque el reciente fallecimiento del líder surafricano Nelson Mandela obligara a reducir a la mínima expresión el show preparado para hacer las delicias de los reunidos en el colosal recinto y los televidentes.
Fuera de los escenarios competitivos hubo otro motivo de festejo: la nueva legislación sobre el pago en el deporte y las políticas de contratación en el extranjero, que aunque no se pondrá en vigor hasta dentro de unos días, llenó de esperanza a todo el mundillo de la actividad del músculo.
Como se ve, hubo de todo en este 2013, así que de “flojo” nada, yo al menos lo vi muy fructífero.
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