martes, 20 de noviembre de 2012

Repaso


Por Lemay Padrón Oliveros

A Víctor todaía le queda bastante por hacer.
Lo que acaba de vivir la preselección cubana de béisbol por tierras asiáticas es un repaso completo de cómo se juega a este deporte, a unos meses de su principal compromiso del cuatrienio: el III Clásico Mundial.
Cómo y dónde lanzar en situaciones comprometidas, cómo avanzar corredores y luego remolcarlos, y cómo respaldar totalmente a los lanzadores, fueron las principales lecciones estudiadas en la visita a Taipei de China y Japón, donde Cuba se llevó balance de dos victorias y tres reveses.
Los nuestros mostraron sus mejores armas desde la lomita, con gran destaque para Freddy Asiel Álvarez y Leandro Martínez, los más efectivos en ambos duelos, y una vez más fue la ofensiva y el juego técnico-táctico los que dejaron lagunas.
Desde la llegada al puesto de mando de Víctor Mesa se ha mejorado esto último, pero es complicado deshacerse de una filosofía del batazo que nos acompañó por varias décadas, incluyendo la época en la cual el propio Víctor jugaba los jardines.
Los toques de bola –lo vimos también en el Preclásico de Panamá- no están concebidos para que fallen, y los cubanos pifian demasiado. No pocas carreras quedan sin anotarse tanto en eventos internacionales como en nuestro certamen local por esta deficiencia técnica.
Tampoco puede fallar la defensa en momentos cruciales, como sucedió ante Japón, porque los nipones aprovechan el más mínimo resquicio con esa endiablada velocidad que poseen desde el primero hasta el noveno bate, y el menor parpadeo convierte un fácil out en una potencial carrera.
Desde la lomita, el colmo de la inocencia fue la recta en zona de Vladimir García cuando tenía a Hayato Sakamoto  en dos strikes sin bolas. Los japoneses están habituados a ver con frecuencia su velocidad y más, es muy difícil pasarlos de esa manera, sobre todo si se tira a su alcance.
La agresividad de nuestros bateadores fue otro punto flaco, pues se dejaron cantar bastantes strikes para luego irse con bolas malas. Es posible que el alto mando haya aconsejado tirarle a los primeros lanzamientos ex profeso en algunos pasajes de los juegos, pero a la hora de la verdad esto se ajusta en dependencia de cómo esté el pitcheo rival.
Es cierto que los monticulistas rivales son de altísima calidad, pero con el tiempo de preparación de estos peloteros pensé que se les conectaría un poco más. Además, si aspiramos a discutir los primeros puestos en el Clásico, es a serpentineros como estos a los que debemos vencer, no a aficionados o veteranos venidos a menos, como en otras ocasiones.
Al igual que para los exámenes de todo tipo, para el Clásico este repaso ha venido como anillo al dedo; por suerte queda todavía bastante tiempo y generalmente las calificaciones premian a quienes no son finalistas. Esperemos que sea nuestro caso.

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