domingo, 11 de noviembre de 2012

El difícil arte de batear

Por Lemay Padrón Oliveros

Llegué tarde al debate y no sé qué lo motivó, pero esta semana en la esquina caliente del barrio se habló del difícil arte de batear, y la gran mayoría lo catalogó como lo más complicado en cualquier disciplina.
No me gusta ser absoluto, pero en esto es casi imposible. Se trata de descifrar las intenciones de otra persona en muy poco tiempo y transformarlas a tu favor, algo realmente bien complejo. Veamos.
El lanzador tiene una idea preconcebida de lo que quiere y cómo lo quiere y realiza su lanzamiento. Desde ese momento el bateador tiene menos de medio segundo para ver la pelota y comenzar a adivinar qué tipo de lanzamiento es y por qué zona viene. Por si esto fuera poco, todavía le falta por definir si le va a tirar, y luego cómo le va a tirar, para dirigir la pelota hacia una zona determinada -porque no basta con darle, hay que darle bien y colocarla en tierra de nadie-, o incluso si usted solamente busca hacer contacto o un gran batazo.
Ciertamente es una tarea peliaguda para cualquiera, y no por gusto se considera a un buen bateador a quien sea capaz de lograr su objetivo apenas en el 30 por ciento de los intentos, o incluso menos, si se trata de toleteros de poder. ¿Se imaginan a un futbolista o un balonmanista anotando solamente tres de 10 intentos a puerta, un voleibolista acertando solamente tres de 10 remates o un baloncestista encestando tres de 10 intentos? Nadie los querría en sus equipos.
Hay otras acciones en varias disciplinas que se le asemejan al bateo por su complejidad, pero no resisten una comparación a fondo. Por ejemplo, en el fútbol y el balonmano si un portero detiene tres de cada 10 disparos se considera bueno, en el voleibol quien consiga tres puntos directos en 10 saques también es bueno, al igual que el bloqueador capaz de detener tres ataques rivales en 10 oportunidades. Igualmente, en el baloncesto un 30 por ciento de acierto en tiros de tres es considerado bueno.
Hasta ahí todo bien, pero ninguna de esas acciones constituyen el ABC de sus respectivas disciplinas. Si el portero para con ese porcentaje, el sacador y el bloqueador aciertan así, y el especialista en disparos de larga distancia también, perfecto, pero ninguno pierde su puesto de regular si no lo logra, ni un equipo basa su estrategia en eso, ni esas acciones se ejecutan con la frecuencia del bateo en el béisbol.
En el deporte nacional de Cuba gana quien anote más carreras, y eso se logra básicamente bateando. Salvo acciones aisladas a la defensa, todo lo demás gira alrededor del pitcher y el bateador, no por gusto la gran mayoría de los directores sigue a rajatabla aquella máxima de que juega quien batea.

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