Por
Lemay Padrón Oliveros
Pasaron cuatro años, pero el resultado fue el mismo: Cuba perdió en
cinco sets contra Alemania y volvió a quedar fuera de unos Juegos
Olímpicos.
Sin embargo, esta vez la historia merece revisar otros matices,
porque las condiciones en las cuales llegó cada plantel fueron
diferentes a la del ciclo estival pasado.
Para Beijing-2008 el conjunto cubano estaba mucho más maduro que el
alemán, gracias a sus constantes intervenciones en la Liga Mundial y
otros certámenes de alto nivel, mientras los germanos prácticamente
topaban solamente en Europa, y no eran un contrario importante ni
siquiera en el Viejo Continente.
En ese momento el fracaso fue inesperado, y con toda razón se juzgó con severidad el accionar del sexteto antillano.
Ahora es distinto, pues el equipo europeo ya es un rival de cuidado
en su región (no por gusto disputó hasta el último momento el boleto
olímpico a un grande como Italia) y además lleva buen tiempo de acople,
pues su base sigue siendo la misma de cuatro años atrás, ahora con mayor
madurez.
En cambio, los caribeños pasan por su enésima renovación, con un
estado lamentable en la zona central, clave para la defensa en la net.
Precisamente por ahí se escapó el triunfo, pues luego de reponerse de
los reveses en los dos sets iniciales y rescatar el partido ganando los
otros dos, en el tie break los nuestros llegaron a tener ventajas de
16-15, 17-16 y 18-17, pero en ningún momento llegó el bloqueo salvador.
La que fue arma fundamental de Cuba hace apenas dos años en la
conquista del subtítulo mundial ahora ha sido su mayor handicap, por la
inexperiencia de los colocados en esa posición.
Como escribimos antes, nada que reprochar a la actual dirección
técnica, sino todo lo contrario, pues estuvieron a las puertas de
regresar al concierto veraniego pese a contar con una nómina afectada
por varias lagunas.
No creo que exista en este mundo algún preparador capaz de sacar
tanto provecho de un sexteto con el cual se haya visto obligado a apurar
no a juveniles, sino incluso a cadetes, por las disímiles situaciones
con sus integrantes de mayor aval. Por eso, más que quedarnos en el
andén, debemos sentirnos felices por al menos poner un pie en el tren
olímpico.
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