martes, 5 de junio de 2012

De bates partidos, chicles y otros desaguisados

Por Lemay Padrón Oliveros


Ciego de Ávila festeja desde hace rato su merecido título de campeón nacional, y calmados ya los ánimos podemos comentar algunos aspectos llamativos de esta postemporada, por suerte ninguno capaz de decidir un partido.
En primer lugar me sorprendió la encendida polémica sobre el consumo de chicles en el equipo de Industriales. Se desató una especie de cacería de brujas, como si la pandemia hubiera llegado a los estadios. A lo mejor si hubiera sido caramelo de a peso nadie protestaría, o hierba, como han mascado muchos a cada rato. De verdad no entiendo el lleva y trae porque no estamos hablando de dopaje, sino de un producto que se vende en todas las tiendas de Cuba, o sea, accesible a todo el mundo. ¿Por qué los peloteros no van a poder consumirlos? Además, sería un buen ingreso para las tiendas recaudadoras de divisas. Me hizo recordar cuando años atrás se criticó a los peloteros, siempre de Industriales, porque son los primeros “atrevidos”, por usar los espejuelos oscuros para protegerse del sol, o la sombra negra para el mismo objetivo, y hasta las coderas, aditamentos todos extendidos hoy en día para todo aquel que lo prefiera.
Tampoco entendí que quitaran los transportes para traer al lanzador relevista. Además de agilizar el movimiento era un detalle vistoso, porque cada estadio buscó una alternativa diferente, y eso lejos de demeritar a alguien, es un sello distintivo. Nos mató el igualitarismo a ultranza.
Por último, ya entrando en materia puramente beisbolera, me quiero referir a la discutible labor arbitral en varios partidos.
En la ya célebre jugada del bate partido, el árbitro inicialmente reconoció el daño, pero luego se retractó y el bate fue al banco de Matanzas. Más tarde fue retirado y yo me pregunto, ¿Entonces en qué quedamos, estaba o no estaba alterado?
Durante ese mismo choque el manager Víctor Mesa ordenó a su infield que hiciera tiempo para que su relevista pudiera tener un mejor calentamiento. Hasta ahí todo bien, picardía incluida, pero cuando el imparcial notó la intencionalidad y negó el tiempo, Manuel Benavides le faltó el respeto delante de todo el mundo y no lo expulsó. Tampoco fue expulsado Carlos Tabares cuando ante Cienfuegos le lanzó la pelota al pitcher luego de recibir un pelotazo.
Es verdad que los protagonistas fundamentales de este espectáculo son los peloteros y se deben evitar a toda costa las expulsiones, pero no hay que exagerar, porque si das un dedo, puedes perder la mano.
Hasta aquí estos apuntes que habían quedado pendientes y ojalá sean analizados para mejorar nuestro pasatiempo nacional. Ah, y ojalá también la próxima Serie acabe de estrenar una nueva estructura.

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