Ciego de
Ávila festeja desde hace rato su merecido título de campeón nacional, y
calmados ya los ánimos podemos comentar algunos aspectos llamativos de esta
postemporada, por suerte ninguno capaz de decidir un partido.
En primer
lugar me sorprendió la encendida polémica sobre el consumo de chicles en el
equipo de Industriales. Se desató una especie de cacería de brujas, como si la
pandemia hubiera llegado a los estadios. A lo mejor si hubiera sido caramelo de
a peso nadie protestaría, o hierba, como han mascado muchos a cada rato. De
verdad no entiendo el lleva y trae porque no estamos hablando de dopaje, sino
de un producto que se vende en todas las tiendas de Cuba, o sea, accesible a
todo el mundo. ¿Por qué los peloteros no van a poder consumirlos? Además, sería
un buen ingreso para las tiendas recaudadoras de divisas. Me hizo recordar
cuando años atrás se criticó a los peloteros, siempre de Industriales, porque
son los primeros “atrevidos”, por usar los espejuelos oscuros para protegerse
del sol, o la sombra negra para el mismo objetivo, y hasta las coderas,
aditamentos todos extendidos hoy en día para todo aquel que lo prefiera.
Tampoco
entendí que quitaran los transportes para traer al lanzador relevista. Además
de agilizar el movimiento era un detalle vistoso, porque cada estadio buscó una
alternativa diferente, y eso lejos de demeritar a alguien, es un sello
distintivo. Nos mató el igualitarismo a ultranza.
Por
último, ya entrando en materia puramente beisbolera, me quiero referir a la
discutible labor arbitral en varios partidos.
En la ya
célebre jugada del bate partido, el árbitro inicialmente reconoció el daño,
pero luego se retractó y el bate fue al banco de Matanzas. Más tarde fue
retirado y yo me pregunto, ¿Entonces en qué quedamos, estaba o no estaba
alterado?
Durante
ese mismo choque el manager Víctor Mesa ordenó a su infield que hiciera tiempo
para que su relevista pudiera tener un mejor calentamiento. Hasta ahí todo
bien, picardía incluida, pero cuando el imparcial notó la intencionalidad y
negó el tiempo, Manuel Benavides le faltó el respeto delante de todo el mundo y
no lo expulsó. Tampoco fue expulsado Carlos Tabares cuando ante Cienfuegos le
lanzó la pelota al pitcher luego de recibir un pelotazo.
Es verdad
que los protagonistas fundamentales de este espectáculo son los peloteros y se
deben evitar a toda costa las expulsiones, pero no hay que exagerar, porque si
das un dedo, puedes perder la mano.
Hasta
aquí estos apuntes que habían quedado pendientes y ojalá sean analizados para
mejorar nuestro pasatiempo nacional. Ah, y ojalá también la próxima Serie acabe
de estrenar una nueva estructura.
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