Han
amordazado al Guillermón. Así, plana y simple, es la verdad. La decisión de la Federación cubana de
béisbol de prohibir las congas en medio de una entrada es uno de los atentados
más atroces cometidos contra la cubanía.
No soy
partidario de confundir cubanía con relajo, pero este no era el caso. La
pegajosa conga santiaguera, por mencionar solamente la más emblemática, que no
la única presente en los estadios cubanos de béisbol, formaba parte intrínseca
del Guillermón Moncada y del equipo de Santiago de Cuba, algo así como su
décimo jugador.
Sé que
en otros países no se permiten los ruidos demasiado altos en los recintos
beisboleros, pero señores, esto no es tenis ni estamos en Escandinavia, aquí a
los peloteros (y a los deportistas en general) les gusta sentir la algarabía en
las gradas, y no son pocos los que incitan al público a apoyarlos. Algo así
como los aplausos que piden los atletas antes de saltar, es la conga para los
peloteros, un estímulo a responder en el momento más crucial del desafío.
Es una
manera más de matar el espectáculo, otra, porque en eso de coartar la
iniciativa de la gente, somos maestros. Lo invito a que se ponga a pensar por
un momento. Cuando le hablan de conga en la pelota, ¿qué le viene a la mente?
Además de la música y la infaltable corneta china, viene aparejado uno de los
coros más famosos en la rica historia de nuestro pasatiempo nacional: ¡Fulano,
camina esto! Sí, porque la aplanadora tenía nueve fulanos que enardecían a los
fanáticos y les hacían elevar sus plegarias por una conexión de largo metraje,
no importa que el juego ya estuviera 8x0 a favor de las Avispas. Eso jamás lo
hubiéramos vivido si a alguien se le hubiera ocurrido elevar esta circular hace
15 años.
Por más
vueltas que le doy, no entiendo las razones. La mayoría de las indicaciones en
este deporte se dan por señas, y por ende, no importa cuántos decibeles haya en
el estadio. Las pocas órdenes decretadas desde el banco en medio de un desafío
se reducen a la colocación de los fildeadores o la determinación de qué
lanzadores se levantan a calentar o entran directamente a relevar.
En ambos
casos, con trasmitir la seña al coach que está en el terreno es suficiente,
este será capaz de comunicarse, por cualquier vía, tanto con los fildeadores
como con el bullpen, si es que no funciona el teléfono interno del estadio. La
interferencia en las trasmisiones es totalmente falsa, pues al menos en la
pelota, las cabinas están totalmente aisladas en las instalaciones de cabecera,
donde se juega la Serie.
¿Que
afecta la concentración de los jugadores? Por favor, quien no sea capaz de «desconectarse» cuando está bateando,
lanzando o fildeando, mejor que se dedique a otra cosa.
Realmente
no sé a quién le molestó el ruido, supongo que a los cuerpos técnicos cuando
actúan como visitantes, pero seguro sí quieren apoyo cuando juegan de locales,
entonces hay que aguantar las verdes y las maduras.
En la
concreta, nos han quitado parte del folclor propio de nuestra pelota, y si Sur
Caribe no dejó que Micaela muriera de tristeza, ahora la destierran
prácticamente de los estadios. Ojalá no se vaya a otras tierras, buscando
caminos.
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