martes, 9 de junio de 2015

Todo por Raúl

Por Lemay Padrón Oliveros 

El Cosmos de Nueva York no es un gran equipo, ni siquiera en Estados Unidos, pero sí cuenta con un gran jugador, el español Raúl González Blanco, por quien valió la pena repletar el estadio Pedro Marrero a pesar de la lluvia.
Aunque sus mejores tiempos pasaron hace rato, el exfutbolista del Real Madrid regala clase en cada toque, ya sea como goleador -su especialidad-, como en el centro del campo, donde se le vio más frecuentemente en la segunda mitad.
La fiebre existente en Cuba por el fútbol, y la necesidad de disfrutar en vivo de algún ídolo, aunque no esté en su esplendor, movió a una multitud para ver de cerca al Ángel del Madrid y a Pelé, el único tricampeón mundial de fútbol.
Si no hubiera llovido quizás hubieran asistido más personas, pero entonces hubiera sido más lamentable la imagen del potrero, que diga, del Marrero. Hace casi una década que se aprobó y se entrega anualmente el fondo del programa Gol, del cual se debe destinar una parte a infraestructura, y específicamente a los terrenos. Esa parte se ha empleado con poco criterio y no ha rendido fruto alguno.
Recuerdo que se puso en práctica un sistema de riego en la cancha emblemática de Cuba, con aspersores distribuidos a todo lo largo del campo, pero faltó lo más importante, la disponibilidad de agua, y así no hay terreno de fútbol que pueda mantenerse con una decencia mínima. La lluvia caída contribuyó a que se paliara un poco la dureza de la tierra, y de paso refrescó a los visitantes, azotados por el calor habanero.
Otro aspecto criticable fue la organización como tal del espectáculo. Sin ir demasiado atrás con la llegada al aeropuerto, caótica y con varias versiones de horas y lugares de llegada, en el propio desafío también falló la logística. La información brindada a la prensa era exacta en el caso de los visitantes, pero no en cuanto a nuestros propios futbolistas, como si antes del partido hubiesen echado sobre una mesa las recién estrenadas camisetas y cada cual, al tun tun, hubiera seleccionado un número sin informarlo posteriormente. Esos detalles demuestran lo poco preparados que estamos para este tipo de acontecimientos, porque si de algo presume el fútbol, a pesar de todos los escándalos, es de ser un deporte organizado.
En lo puramente futbolístico, la defensa sigue haciendo aguas, y no de lluvia. La desconcentración que tantas veces ha frustrado los sueños de los fanáticos antillanos sigue apareciendo en los momentos más indeseados, sin respetar jerarquías, y por eso nos llevamos una goleada de 4-1.
Ese primer tiempo fue completamente para el olvido, y aunque la imagen mejoró en la segunda mitad, no sabría decir si fue por mérito propio de los cubanos, por cansancio de los rivales o porque ya el marcador estaba completamente definido.
Se hilaron jugadas interesantes al ataque, y no hubo un segundo gol casi de milagro, por una parada fortuita del portero estadounidense, pero ya el daño estaba hecho. Un arduo trabajo le queda por delante al colectivo técnico para corregir estos errores.
Quizás no nos pase la cuenta ahora ante la débil Curazao, pero si las cosas no mejoran no avanzaremos mucho más allá.

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