Por Lemay
Padrón Oliveros
Si soy
completamente honesto, nunca pensé que fuera tan pronto, pero tarde o temprano
la selección de fútbol de Cuba volvería a aparcar su deseo de llegar a un
Mundial.
FRACASO,
así con mayúsculas, ha sido lo ocurrido tras quedar en la cuneta a las primeras
de cambio, pero no se puede decir que nos sorprendió.
En estas
mismas páginas analizamos el duelo de ida y las múltiples carencias mostradas
por la escuadra antillana. Decíamos que no nos habían anotado de puro milagro,
pero los milagros ocurren bien poco. En el Marrero se pagó bien caro la
displicencia defensiva de los nuestros, desnudada descarnadamente por el Cosmos
de Raúl hace apenas unos días.
Cuba
empezó de manera arrolladora y puso el encuentro como mejor le convenía, con
ventaja en el marcador, transcurridos apenas cinco minutos de juego, pero
Curazao no se dejó impresionar y menos de 15 minutos más tarde ya habían
capitalizado una de sus numerosas internadas por los extremos, donde, al igual
que en la ida, siempre lograban enviar los centros al área. Esta vez el
delantero contó con algo de suerte para anidar el balón en las redes, pero
igual era evidente que la defensa cubana hacía aguas por todos lados.
En otro
balonazo de los tantos que les ganó las espaldas a los zagueros cubanos, el
portero Sandy Sánchez salió de su área y se hizo expulsar, para complicar aún
más la tarea del conjunto. Si justa era la roja, también comprensible la
actitud de Sánchez, al verse indefenso ante la ofensiva contraria y la notoria
lentitud de sus escuderos.
Si de
ofensiva se trata, Cuba siguió dejando demasiado que desear. El gol vino de una
jugada a balón parado, y aunque hubo varias jugadas de peligro, al menos
después del empate a mí me daba la impresión de que eran más peligrosas las de
los curazaleños. O sea, durante casi todo el partido.
Ahora me
voy a otro aspecto. La génesis de este FRACASO están un poco más atrás, cuando
a pocas semanas de jugar fueron sancionados cuatro futbolistas importantes y el
técnico del plantel. A lo mejor con los ausentes el resultado final no varía,
pero el plantel del conjunto sí cambia cuando se debe depender de otros
elementos. El propio hecho de que Walter Benítez siguiera en el equipo técnico,
y quizás moviendo los hilos desde la sombra, porque lógicamente es quien había
pensado todo el proceso eliminatorio, reafirma lo absurdo de la medida tomada
contra él. Triana asumió porque aparentemente no había nadie más capacitado,
pero así no se deben enfrentar unas eliminatorias, porque su mente estaba en la
sub-21, como la de Benítez estaba en la absoluta. Esta raya va para los
dirigentes.
Y la
última para la televisión, que dejó a toda Cuba con las ganas de ver los 45
minutos definitorios aunque fueran desastrosos por el estado del terreno y
decepcionantes por el resultado final.
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