Por Lemay
Padrón Oliveros
Definitivamente
la jueza Thokozile Masipa decidió no tomar como concluyentes los testimonios de
los vecinos de Oscar Pistorius que aseguraron haber oído los gritos de su
novia, Reeva Steenkamp, mientras era tiroteada, y el atleta paralímpico no fue
culpado de asesinato.
El
veredicto de homicidio involuntario le podría acarrear una pena máxima de 15
años de prisión, nada comparable con la cadena perpetua o al menos 25 años que
pendía sobre su cabeza.
Será el
próximo 13 de octubre cuando se divulgue la sentencia oficial en el Tribunal
Superior de Pretoria, pero ya Pistorius respira más tranquilo, porque hasta existe
la posibilidad de una suspensión de la sentencia que le dejaría en libertad.
De
cualquier manera, aunque vaya tras las rejas nunca cumpliría ese tiempo, y la
mayor parte debe ser en régimen privilegiado, lo cual dejó insatisfechos a los
fiscales, que esperarán el fallo definitivo para decidir si apelan.
Lo que no
tiene dudas es que la vida como deportista del paralímpico más famoso del mundo
acabó. Cancelados todos sus contratos de patrocinio, ni siquiera la más
benevolente de las condenas le permitirá volver a concentrarse en las pistas y
recuperar el nivel que lo llevó a convertirse en el primer deportista
discapacitado en competir junto a los convencionales en unos Juegos Olímpicos.
Su corto
viaje de la gloria al infierno, iniciado en la madrugada del 14 de febrero del
pasado año, le ha obligado a vender todas sus propiedades en Sudáfrica para
hacer frente a los costes de su representación legal en este proceso.
Con
apenas 27 años de edad, el multicampeón paralímpico difícilmente vuelva a
competir oficialmente, y su imagen quedará cada vez más dañada.
Técnicamente
no se pudo probar, fuera de toda duda razonable, que disparó conscientemente
contra su prometida, pero todavía muchos dudan que teniendo tiempo para bajarse
de la cama, acercarse al baño y, sobre todo, disparar tres veces luego de
hacerlo la primera, no haya escuchado ni un quejido de su pareja.
Símbolo
de perseverancia y tesón para la juventud de todo el mundo, Pistorius podría
llevar el resto de su vida el pesado fardo del escarnio público, como le pasa
al estadounidense O.J. Simpson, también exculpado en los tribunales, pero
“condenado” fuera de ellos.
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