Por Lemay Padrón Oliveros
Las leyendas de piratas se quedaron cortas comparadas por lo hecho
por Isla de la Juventud esta temporada. Creo que ni con el telescopio
Hubble encontraría a alguien que los haya pronosticado discutiendo el
título de la pelota cubano. Yo mismo, incluso después de llevarse un
triunfo del Victoria de Girón, seguía pensando que Matanzas impondría a
la larga su favoritismo, labrado a lo largo de una campaña en la cual
derrochó variantes a la hora de hacer carreras y manejó con precisión
milimétrica su cuerpo de pitcheo.
Sin embargo, otra vez, a la hora de la verdad fueron otro conjunto.
Aunque su dirección técnica no se dé cuenta, es mucha la presión que
existe en ese equipo. Me recuerda a los elencos de Cuba en la última
década, donde la tensión se respira en cada jugada. Errores increíbles
se vieron tanto en el Labra como en el Victoria de Girón, y lanzadores
usualmente efectivos desconcentrados en más de una ocasión; lo primero
fue de los dos bandos, pero las pifias de los matanceros fueron en
momentos cruciales y con lances sin grandes complicaciones, corríjanme
si estoy equivocado.
Creo que a Víctor Mesa le pasó factura al final las figuras que
perdió a lo largo de la campaña, porque su línea central fue responsable
de casi todas las derrotas: una pelota que se le fue a Escalante por
debajo de las piernas en el jardín central, el roletazo ideal para doble
play de Luis Yander en el campo corto, o las jugadas en el plato. Muy
cara la salió a la dirección yumurina prescindir del enmascarado
santiaguero Andrés Reina y peor, no sustituirlo por otro como Danger
Guerrero, por ejemplo.
Pero bueno, más que criticar a Matanzas el sentido de estas líneas es
encomiar lo hecho por la Isla. Parece mentira. El territorio con menor
cantidad de habitantes, afectado por los viajes más pesados del mundo,
con un solo bateador reconocido por su historial en Series Nacionales,
prácticamente sin banco para aplicar variantes ofensivas y defensivas,
sin bateo de largo metraje, y otros pequeños poquitos, fue capaz de
sacar uno tras otro a dos históricos como Industriales y Pinar, y luego a
la mejor novena de los últimos cuatro años.
Con una metodología de dirección bien particular, en la que la última
palabra la tienen casi siempre los propios atletas y no el manager, a
la manera de aquella Francia del Mundial-2006, los Piratas se llevan a
pique lo que les pongan por delante. La inspiración y la alegría han
sido sus principales armas, capaces de soslayar completamente dos
soberanas palizas recibidas de manos de los Cocodrilos y salir al día
siguiente como si nada hubiera ocurrido. Eso no lo hace todo el mundo.
Queda otra tarea por delante (el duodécimo trabajo de Hércules), a
ver si la Isla de los milagros se convierte definitivamente en la Isla
del Tesoro.
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