Esta vez los pronósticos se van cumpliendo y los Tigres de Ciego de Ávila se encaminan al segundo título nacional de su historia, tras salir increíblemente con balance positivo de su visita al inhóspito Cristóbal Labra, de la Isla de a Juventud.
Los
Piratas habían tenido en su feudo una valla casi infranqueable para el resto de
los equipos, grandes o pequeños, pero esta vez no pudieron completar el
abordaje a la nave avileña, que se batió de tú por tú y no se dejó impresionar.
Los
isleños pudieron incluso ser barridos si no levantan el ánimo en ese cuarto
partido en el que parecían dormidos hasta el pelotazo a Alfredo Rodríguez. Pero
la victoria de esa jornada no fue el revulsivo necesario como para imponerse al
día siguiente, y ahora tienen una tarea casi imposible al intentar pasar la
escoba a Ciego en su terruño.
Los
pineros estuvieron muy mal en cuanto a oportunidad en este quinto partido, y si
a esto se suma un pésimo corrido de bases en los primeros episodios y alguna
que otra cuestionable decisión técnica, no podían conseguir a victoria.
Las cosas
estaban complejas para los Piratas desde el inicio de esta final, o incluso
desde el final de la clasificatoria, pero ahora parece más empinada la cuesta, con
un pitcheo en harapos, en el cual el único abridor confiable ha sido Yoalkis
Cruz y no lo podrían utilizar sino hasta un hipotético séptimo choque. Aquí
creo que falló de nuevo la dirección técnica isleña al no calcular bien, como
cuando no puso a calentar previsoramente a Héctor Mendoza en el segundo
encuentro, aunque por suerte para ellos en ese momento no les costó.
Los
nervios también han afectado a los Tigres, que debieron sacar sin querer a
Osmar Cervantes el martes por no llevar bien la cuenta de las visitas al
montículo, y también han cometido errores “de libro” a la defensa. Pero son las
emociones de la postemporada, donde solo los que tienen nervios de acero no se
equivocan.
Ganadores
y perdedores aparte, los amantes del béisbol no nos podemos quejar, porque estamos
viviendo una final modélica desde todo punto de vista. El único momento
criticable fue el del mencionado pelotazo, pero ambas escuadras han demostrado
que para dejar el pellejo en el terreno no hace falta fajarse, y por el
contrario, desde los mentores hasta el último integrante de cada nómina
muestran mutuo respeto, y sobre todo, a la afición. Los fanáticos avileños no
querrán que escriba esto, pero yo quisiera un séptimo choque para disfrutar un
poco más de este lindo espectáculo, con varios errores porque no son máquinas,
pero con adrenalina, entrega, pasión, y un comportamiento modelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario