El tren
Azul ha extendido su paso perfecto a la postemporada, y con los dos triunfos
claros obtenidos en suelo indómito, se encaminan a avanzar nuevamente a la final,
su asignatura pendiente en los últimos años.
Los
santiagueros han intentado sacar provecho de la calidad de sus principales
hombres, hasta de cierto juego brusco por momentos, pero de ninguna manera han podido
encontrar la llave para frenar a los citadinos, que siguen regalando un bonito
juego colectivo.
Capitalinos
rotó mucho menos a sus piezas (después de su sexto hombre quien más jugó lo
hizo unos 13 minutos, mientras que los nueve que saltaron a la cancha por
Santiago superaron ese tiempo), pero en ningún momento vieron en peligro sus
victorias.
La otra
semifinal está más bonita, no diría que pareja aunque así lo refleje el
marcador global. Artemisa lucha con sus armas ante un Ciego que da la impresión
de tener confianza absoluta en el triunfo y dejar jugar a su rival.
En la
previa de este duelo dijimos que lo mejor para el alto mando avileño era
olvidarse de Osmel Oliva, pero según lo expresado por el técnico del conjunto
no es esa la óptica, porque se lamentó de haberle puesto diferentes hombres para
intentar frenarlo y no conseguirlo.
Yo sigo
pensando igual, cuando un equipo tiene a un hombre así de inspirado, es
preferible amarrar cortico a sus colegas. Oliva anotó 29 cartones en el último
desafío, pero fue crucial sobre todo en los finales, cuando los Búfalos
quisieron empatar luego de ir a remolque durante todo el encuentro,
precisamente por no controlar a Joice Daudinot, Sandro Marrero, y Dariel Sotero,
quienes anotaron 12, 11 y 10 puntos, respectivamente. Cifras todas
extraoficiales, porque inexplicablemente las estadísticas no han funcionado en
el segmento más decisivo, pero bastante cercanas a la realidad.
En
cualquier caso, no creo que se altere lo pronosticado con anterioridad, de una
nueva final entre Azules y Búfalos.
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