Sin
embargo, me parece que ninguno de ellos han tenido tantas figuras como el Villa
Clara de este año, que ha colado jugadores en cinco de los ocho equipos en
contienda, y más allá de figurar simplemente en una nómina, se han hecho sentir
en cada una de ellas.
Lógicamente,
el sueño de todo fanático es que su equipo llegue hasta la final, pero si por
una razón u otra esto no se puede lograr, al menos con este sistema les queda
el consuelo de seguir individualmente a sus peloteros más admirados, vestidos
con otros colores.
Únicamente
no apelaron a villaclareños Artemisa, Holguín y la Isla de la Juventud, y casualmente
solamente los isleños han llegado a estar en zona de clasificación y conservan
algunas esperanzas de avanzar a la postemporada. Algo así como un maleficio
naranja, pudiera decirse.
En
cambio, han sido vitales los aportes de los oriundos de la central región en
Pinar del Río y Ciego de Ávila, y muy importantes sus desempeños en
Industriales y Granma.
Encabezados
por Ariel Borrero, Yordanis Linares, Ramón Lunar o Yulexis La Rosa madero en ristre, o el
poco respaldado Freddy Asiel Álvarez y Ronny Valdés desde la lomita, las
novenas que se hicieron con sus servicios pueden sentirse muy satisfechas.
Por eso
digo que Villa Clara sí está en la segunda ronda, y el dolor de cabeza es para
sus seguidores, que con los jugadores tan desperdigados no sabrán por qué
equipo hinchar.
Además,
cuando llegue la postemporada, estoy seguro de que los naranjas que avancen a
esta instancia no harán quedar mal a sus parciales y harán honor al prestigio
ganado por Villa Clara como uno de los cuatro históricos de la pelota cubana
después de 1959.
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