¿Cómo es que ustedes pueden ser tan buenos en todo?, me preguntaba un mexicano pocas horas después de finalizados los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz-2014.
La escena
tuvo lugar en una Terminal de ómnibus del Distrito Federal, y al asistente de
transporte intenté explicarle sucintamente las bondades el sistema deportivo
cubano, que empieza desde la niñez a través de diferentes niveles, con énfasis
en los principales talentos encontrados a todo lo largo y ancho del país, la
mayoría becados en escuelas especiales, etc.
No, me
dijo antes de que prosiguiera demasiado, no me refiero solamente al deporte. Es
que ustedes son muy buenos en cine, música, medicina, ciencia, ¿Cómo puede un
país tan pequeño y con tan pocos millones de habitantes sobresalir en tantas
cosas?
Confieso
que mi estado físico no estaba como para dar largas explicaciones, luego de
varias semanas de trabajo intenso y un viaje de seis horas desde Veracruz hasta
la capital, pero la halagadora pregunta borró todo viso de cansancio, y traté
de explicarle someramente la calidad del sistema educativo cubano en todas las
edades.
Sí,
porque el bache cualitativo de hace unos años todavía no ha salido a relucir en
los graduados universitarios, y ojalá todavía estemos a tiempo de atajarlo
antes que los niños que pasaron por una primaria o secundaria deficiente se
inserten en el mercado laboral.
Problemas
tenemos para exportar, eso lo sabe todo el mundo, pero el bien más preciado que
es la educación de las nuevas generaciones, ha estado siempre entre las
prioridades de este país.
No es
secreto que se trata de un proceso costoso, y que demanda sobre todo mucho
tiempo y paciencia de los educadores, pero en pos del resultado final nada debe
escatimarse. Así más o menos respondí al muchacho.
Reitero,
la pregunta no me tomó en el mejor momento, pero ante interrogatorios como el
que me hicieron, ningún cubano, esté donde esté, debe dejar de sentir su pecho
inflado de tanto orgullo.
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