Apenas un título de prestigio le falta al Real Madrid en sus nutridas vitrinas, el del Mundial de clubes. Esa deuda la intentarán saldar esta semana en Marruecos, en su segundo intento por sumarlo a sus vitrinas.
El conjunto blanco estuvo entre los fundadores de estas lides, pero
en aquella primera edición, con sede en Brasil, fue superado por
diferencia de goles por el anfitrión Corinthians en la fase de grupos y
se quedó con las ganas de jugar la final. El Mundialito no volvió a
jugarse sino hasta cuatro años más tarde, y pese a volver a coronarse
como Rey de Europa, el once galáctico no volvió a participar.
Desde 2005 se realiza todos los años, como debió ser desde un principio, y tras conquistar la Décima, el plantel madrileño tiene una nueva oportunidad para completar su palmarés.
A diferencia de aquella primera versión, ahora los monarcas de Europa y Suramérica tienen un puesto seguro en semifinales y solamente deben disputar dos desafíos, por lo que los merengues debutarían este martes en semifinales contra el Cruz Azul mexicano, y de vencer reaparecerían el sábado contra el ganador de la otra semi, prevista un día después entre el San Lorenzo argentino y el Auckland City neozelandés.
Por nómina debe ganar por goleada, pero así mismo se pensaba la otra vez y no sucedió. No obstante, desde que se aplica este sistema, el monarca de la Champions ha ganado seis de las nueve coronas.
Los blancos llegan con notables bajas en el centro del campo, pero así mismo han extendido a 20 los juegos consecutivos con triunfos y marchan cómodos en todas las competiciones, por eso no hay justificación para pedirles otra cosa. Seguramente la final será más exigente, en teoría contra el campeón de la Libertadores, el San Lorenzo, pero también está a años luz del Madrid en cuanto a calidad.
Repito, esa es la fría previa, pero sobre la cancha cada partido hay que salir a ganarlo y para conseguirlo el peor enemigo es el exceso de confianza, una de las causantes del anterior fracaso merengue en estas justas. La vitrina espera, el orgullo debe hacerlo también para dar paso a la humildad sobre la cancha.
Desde 2005 se realiza todos los años, como debió ser desde un principio, y tras conquistar la Décima, el plantel madrileño tiene una nueva oportunidad para completar su palmarés.
A diferencia de aquella primera versión, ahora los monarcas de Europa y Suramérica tienen un puesto seguro en semifinales y solamente deben disputar dos desafíos, por lo que los merengues debutarían este martes en semifinales contra el Cruz Azul mexicano, y de vencer reaparecerían el sábado contra el ganador de la otra semi, prevista un día después entre el San Lorenzo argentino y el Auckland City neozelandés.
Por nómina debe ganar por goleada, pero así mismo se pensaba la otra vez y no sucedió. No obstante, desde que se aplica este sistema, el monarca de la Champions ha ganado seis de las nueve coronas.
Los blancos llegan con notables bajas en el centro del campo, pero así mismo han extendido a 20 los juegos consecutivos con triunfos y marchan cómodos en todas las competiciones, por eso no hay justificación para pedirles otra cosa. Seguramente la final será más exigente, en teoría contra el campeón de la Libertadores, el San Lorenzo, pero también está a años luz del Madrid en cuanto a calidad.
Repito, esa es la fría previa, pero sobre la cancha cada partido hay que salir a ganarlo y para conseguirlo el peor enemigo es el exceso de confianza, una de las causantes del anterior fracaso merengue en estas justas. La vitrina espera, el orgullo debe hacerlo también para dar paso a la humildad sobre la cancha.
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