No tengo el conteo oficial, pero me atrevo a asegurar que los
Domadores de Cuba ganaron ampliamente la votación como mejor equipo del
año.
Por encima de preferencias personales, ninguna otra plantilla brilló tanto como la de la franquicia de boxeo.
La IV edición de la Serie Mundial no reunió a la flor y nata del pugilismo en el planeta, pero cualquiera era capaz de sacar un susto, y nadie pudo dárselo al combinado caribeño.
Solamente una derrota en una visita a Moscú, cuando ya el boleto a la siguiente ronda estaba asegurado como líder de la llave, fue lo que permitieron los Domadores en varios meses de batalla, iniciados a finales del pasado año.
No obstante, esa derrota parcial no significó perder el enfrentamiento con los rusos, pues se les había barrido en La Habana, y se les volvió a doblegar en las semifinales del certamen.
En total fueron nueve topes de cinco pleitos cada uno ganados de 10 disputados, con balance de 41 victorias y solamente nueve derrotas, la mayoría en los hombros de los más inexpertos de la escuadra.
Llegaron los cuartos de final y un duelo contra Estados Unidos saldado con ocho triunfos y dos reveses, al igual que la semifinal, una revancha contra la misma Rusia que les había superado apenas días atrás.
La final deparaba el duelo contra Bakú Fires de Azerbaiyán, también revancha de la fase preliminar porque los europeos estaban en el mismo grupo con los cubanos y les habían ganado cuatro peleas, la mayor cantidad tolerada por los Domadores a cualquier rival.
El duelo, celebrado en la capital azerí, tuvo sus momentos polémicos con el arbitraje en algunos combates, pero en definitiva se saldó con el triunfo de Cuba 6-5, gracias al éxito en la pelea extra de Arisnoydis Despaigne sobre Yauheni Ramashkevich en 69 kilogramos.
Hubo individualidades destacadas como Yosbany Veitía (49), Erislandy Savón (91) y Roniel Iglesias (69), quienes terminaron como líderes invictos de sus respectivas categorías en el ranking de la Serie Mundial, los dos primeros con más de mil 170 puntos, pero el brillo mayor fue como colectivo, siempre listos para enmendar cualquier tropiezo de un compatriota.
La IV edición de la Serie Mundial no reunió a la flor y nata del pugilismo en el planeta, pero cualquiera era capaz de sacar un susto, y nadie pudo dárselo al combinado caribeño.
Solamente una derrota en una visita a Moscú, cuando ya el boleto a la siguiente ronda estaba asegurado como líder de la llave, fue lo que permitieron los Domadores en varios meses de batalla, iniciados a finales del pasado año.
No obstante, esa derrota parcial no significó perder el enfrentamiento con los rusos, pues se les había barrido en La Habana, y se les volvió a doblegar en las semifinales del certamen.
En total fueron nueve topes de cinco pleitos cada uno ganados de 10 disputados, con balance de 41 victorias y solamente nueve derrotas, la mayoría en los hombros de los más inexpertos de la escuadra.
Llegaron los cuartos de final y un duelo contra Estados Unidos saldado con ocho triunfos y dos reveses, al igual que la semifinal, una revancha contra la misma Rusia que les había superado apenas días atrás.
La final deparaba el duelo contra Bakú Fires de Azerbaiyán, también revancha de la fase preliminar porque los europeos estaban en el mismo grupo con los cubanos y les habían ganado cuatro peleas, la mayor cantidad tolerada por los Domadores a cualquier rival.
El duelo, celebrado en la capital azerí, tuvo sus momentos polémicos con el arbitraje en algunos combates, pero en definitiva se saldó con el triunfo de Cuba 6-5, gracias al éxito en la pelea extra de Arisnoydis Despaigne sobre Yauheni Ramashkevich en 69 kilogramos.
Hubo individualidades destacadas como Yosbany Veitía (49), Erislandy Savón (91) y Roniel Iglesias (69), quienes terminaron como líderes invictos de sus respectivas categorías en el ranking de la Serie Mundial, los dos primeros con más de mil 170 puntos, pero el brillo mayor fue como colectivo, siempre listos para enmendar cualquier tropiezo de un compatriota.
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