miércoles, 21 de diciembre de 2011

Barcelona se merece un Balón de Oro como equipo


Por Lemay Padrón Oliveros

La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) debería implementar un Balón de Oro colectivo para homenajear al Barcelona actual.
Su juego vistoso, colectivo como pocos pese a contar con grandísimas individualidades, lo han convertido en un plantel bien difícil de derrotar, como demuestran sus seis fracasos en más de 60 partidos durante la actual temporada, en la cual sumó los títulos de la Liga y la Supercopa de España, la Liga de Campeones y el Mundial de Clubes.
La preciosidad de la actual nómina es tal que sus tres principales figuras se disputan el Balón de Oro individual con el madridista Cristiano Ronaldo, pero tanto el argentino Lionel Messi como Xavi Hernández y Andrés Iniesta pudieran ganarlo y nadie protestaría.
Este año el blancuzo Iniesta estuvo más tiempo fuera por lesiones, pero sin dudas cuando estuvo sobre el césped en más del 50 por ciento de los encuentros del Barcelona, fue clave en el dominio catalán.
Si fuera insuficiente con estas figuras, el centro de la zaga cuenta con la potencia de Gerard Piqué y el coraje del veterano Carles Puyol para cortar la mayoría de las intentonas rivales y dejarle el trabajo fácil al arquero Víctor Valdés, evidentemente el menos talentoso del once regular.
También es encomiable la labor del lateral brasileño Dani Alves, un cuchillo para muchas líneas defensivas, y creador de no pocas de las mejores jugadas del Barca en los últimos tres años, en los cuales ha teñido el universo futbolístico de azul y granate.
Nunca en la vida el combinado de Cataluña ganó más adeptos, desde la traidora Shakira, antigua seguidora del Real Madrid, hasta Justin Bieber; desde Alaska hasta la Antártida y de La Habana a Beijing, todo el planeta se ha rendido a sus pies, sin reparar en credos futbolísticos.
Por eso pudiera crearse este premio para el equipo que he visto brillar por más tiempo, también como una vía para premiar a sus integrantes menos famosos, claves en que no se pierda el hambre como sucedió en épocas pasadas con otros conjuntos no menos fulgurantes, pero con dominancia más corta.

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