sábado, 7 de enero de 2012

La magia de Víctor Mesa

Por Lemay Padrón Oliveros

Se extrañaba la presencia siempre fulgurante de Víctor Mesa en los estadios cubanos. Acompañaba al equipo Cuba en incursiones fuera de la isla y en los entrenamientos, pero el verdadero Víctor sale a relucir en la Serie Nacional. Siempre fue así cuando jugaba y lo sigue siendo ahora como entrenador.
Matanzas tuvo la osadía de entregarle las riendas de su equipo a alguien no siempre bien visto por sus métodos, pero sí admirado por sus resultados. Es que al más célebre de los peloteros de Villa Clara no hay quien le haga un cuento, porque jugó y dirigió aquí, allá y acullá.
Es difícil explicar cómo una novena tan vituperada en los últimos años ahora es líder de Occidente con el mejor promedio de ganados y perdidos que recuerden muchos de sus seguidores, luego de apenas unos meses con un nuevo entrenador.
La filosofía de la Explosión es la misma de cuando ensuciaba su uniforme persiguiendo batazos de todas dimensiones y hacia todos lados: entregarse en el terreno para que el resultado caiga por su propio peso. Incluso las derrotas no saben tan mal cuando las cosas se realizan como se debe.
Ahora mismo los yumurinos acaban de jugar contra Cienfuegos, equipo al cual no le ganaban en casi tres años en los cuales encajaron 14 reveses, y les derrotaron en par de ocasiones de tres posibles, otra muestra de la cara distinta de estos Cocodrilos.
A la tradicional fortaleza defensiva de los conjuntos dirigidos por Víctor (algo que se gana con entrenamiento y más entrenamiento, no cae del cielo), ahora los matanceros han logrado muy buenas actuaciones de sus abridores, claves en la mayoría de los triunfos.
Lo cierto es que el hiperquinético exjardinero central naranja ha devuelto la esperanza a toda una provincia de plantarse en la postemporada, por cierto, la única que no lo ha logrado desde llegada de la estructura de 16 equipos y 90 juegos (¡Verdad!, que ahora son 17). Y eso en Cuba le da ánimos hasta al que está enfermo en el hospital.
Alerto, no va a cambiar su estilo poco ortodoxo, quizás molesto para algunos “complejistas” que visten los uniformes de sus conjuntos, pero a la postre rinde frutos, y los seguirá rindiendo mientras Víctor mida a los demás con la misma vara con la cual se mide a él mismo. Porque aunque no figure en las estadísticas, él siempre es el décimo hombre sobre el terreno en cada uno de sus equipos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Do you remember me?
Regards, Radek

Lemay dijo...

Of course, you will know about me in a minute.